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El líder socialista Indalecio Prieto. / E. C.
Las armas del 'Turquesa'
Politica

Las armas del 'Turquesa'

El armamento descargado del barco en San Esteban de Pravia <strong>crea un clima prebélico en la sociedad asturiana</strong>, que sufre una oleada de huelgas mineras entre la primavera y el verano de 1934

PPLL

Lunes, 28 de septiembre 2009, 04:19

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Intentona revolucionaria. El 31 de julio de 1934 se puede leer este titular en EL COMERCIO. La prensa nacional y regional se hace eco de lo publicado en periódicos como 'El Socialista' y en otros en la órbita del principal medio de comunicación de los socialistas. La noticia enrarece aún más el clima político.

Se habla del «día rojo». Se indica que ya hay un calendario para iniciar un movimiento político para derribar al Gobierno de derechas de Samper. De esta manera comienza un agosto convulso. Es un nuevo giro de tuerca a una situación política cada vez más caldeada, donde los partidos de izquierdas y de derechas están cada vez más enfrentados.

«El gobernador no cree que se prepare en Asturias movimiento subversivo alguno», reza un titular en la portada de EL COMERCIO del 1 de agosto. De esta manera, la autoridad gubernativa sale al paso de la información aparecida en la prensa, según la cual los principales focos de la revuelta obrera tendrían lugar en Asturias, Bilbao y San Sebastián. La amenaza subversiva aún ocupa un lugar destacado en las páginas del diario asturiano del día 2 de agosto. Así, se puede leer: «normalidad en toda la provincia».

EL COMERCIO, viendo que se agudiza la situación de zozobra social, publica un editorial en el que pide «concordia y templanza». Y al día siguiente se hace eco del malestar que genera en el sector minero, tanto en los patronos como en los obreros, que no se haya dado una solución definitiva a la difícil situación empresarial que atraviesa Fábrica de Mieres. Razón por la que el diario publica una «Carta abierta a los accionistas de Fábrica de Mieres», en la que se habla de la situación de esta empresa minera, con varias explotaciones en la cuenca del Caudal.

Mientras tanto, la situación laboral empeora en Asturias. En la primera quincena de agosto sale a la luz el conflicto de los camareros de Oviedo y Gijón. También se conoce que hay una amenaza de cierre de la Fábrica de Nitrógeno de La Felguera, que los tranviarios de Oviedo van a ir a la huelga, que hay un conflicto con los obreros municipales de Gijón y también en el servicio de Telegramas.

El mes se consume con una buena y una mala noticia. La primera tiene ámbito provincial. Así, la prensa anuncia el 19 de agosto que «llega el dinero para el pago de los subsidiados de las minas». En cambio, unos días después, una anunciada visita del presidente catalán a las Vascongadas sirve para agitar el fantasma del separatismo, toda vez que en esos días arreciaba la disputa soberanista que mantenían los ayuntamientos vascos con el Gobierno nacional. Un conflicto que añadía más leña al fuego en una España que se desgarraba con disputas políticas y broncas parlamentarias en las que, casi literalmente, los diputados llegaban a las manos.

En ese ambiente de agitación, no es de extrañar lo que ocurrió el 1 de septiembre en Sama de Langreo. En una manifestación orquestada por comunistas hubo un muerto por disparos de la guardia de seguridad. Sebastián Pérez, de 24 años, natural de Ciaño, se convirtió así en el primer trabajador muerto en una manifestación obrera en Asturias. A poco más de un mes del estallido revolucionario de octubre, este suceso daba ya muestras de lo exacerbados que estaban los ánimos.

En los disturbios de Sama resultaron también heridos dos guardias de seguridad, una mujer y dos hombres que participaban en la manifestación. La organización de la manifestación se atribuyó a los comunistas, en un acto convocado para protestar contra la guerra y el fascio.

Tensión política

La lucha entre derechas e izquierdas no se daba tregua. Así se pudo comprobar el 9 de septiembre. Ese domingo estaba convocada en Covadonga una asamblea de Acción Popular, que incluía un discurso del líder de la formación política de derechas, Gil Robles. Pues bien, para boicotear el acto, fuerzas de la izquierda asturiana sembraron de chinchetas los caminos de acceso a Covadonga. Este acto de sabotaje y, según la prensa, «los rumores alarmantes que se hicieron circular», impidieron una mayor asistencia a un acto que, en cualquier caso, tuvo una presencia masiva. Según recoge EL COMERCIO en su edición del 11 de septiembre, Gil Robles «promulgó una intensa propaganda de amplia significación españolista».

Por esos días, el foco informativo nacional se dirigió hacia Asturias. Apenas se habían apagado los ecos del discurso de uno de los popes de la derecha, con su advertencia de que jamás consentiría que se rompiera la unidad de España, cuando salió a la luz el 'caso Turquesa'.

El vapor fondeó a unas millas de la costa asturiana, entre San Esteban de Pravia y Muros de Nalón. En alta mar, varias embarcaciones se acercaron al vapor, de donde recogieron «miles de municiones y gran cantidad de armas». El suceso tuvo lugar el 11 de septiembre. Según la prensa, las fuerzas de orden público detuvieron algunas camionetas en las que se habían cargado las armas, concretamente «116.000 cartuchos de mausser».

En ese momento se dijo que las fuerzas de seguridad habían perdido la pista a otras tres camionetas que también se suponía que llevaban armas. EL COMERCIO también informaba en sus páginas que habían sido detenidos 24 ocupantes de las furgonetas y que «por Trubia pasaron en coche González Peña y Amador Fernández (dirigentes socialistas)», que no fueron detenidos por su condición de diputados.

El que sí fue detenido, en cambio, fue el vicepresidente de la Diputación Provincial (aunque horas más tarde fue puesto en libertad), institución a la que pertenecían algunas de las camionetas con las que se transportaron las armas.

Otra de las consecuencias del alijo apresado fue que el gobernador civil de Asturias decidió, en represalia, destituir a todos los alcaldes socialistas de Asturias. Ese mismo día se convocó una huelga general en San Martín del Rey Aurelio y también hubo huelga en El Musel y en los depósitos de Aboño.

El 13 de diciembre este periódico daba datos concretos del alijo de armas. Así, informaba que el buque que portaba el armamento se llamaba 'Turquesa', del que decía que había hecho escala en Cádiz y que, después de descargar las armas, continuó viaje hacia Burdeos. Los datos que entonces se dieron indicaban que el vapor llevaba 500 fusiles mausser y 50 ametralladoras, con la consiguiente munición.

Durante la jornada se incautaron bombas en Sama. También el gobernador civil rectificó y decidió no destituir a los alcaldes socialistas, pero a cambio designó delegados gubernamentales en los ayuntamientos de la provincia en que gobernaba ese partido. Por si fuera poco, la prensa se hacía eco de rumores sobre la presencia de Indalecio Prieto, el día de los hechos, en San Juan de Nieva y posteriormente en Avilés.

A las pesquisas policiales para investigar el alijo del 'Turquesa' se sumó la instrucción judicial abierta para aclarar el tráfico de armas. El 15 de septiembre se supo que habían sido localizadas dos motoras en Gijón «que participaron en el contrabando», detenidos sus dueños y algunos de los tripulantes de las embarcaciones. Asimismo, las fuerzas de orden público buscaban «seis toneladas de las 10 de carga que llevaba el 'Turquesa'».

La prensa nacional se hizo eco del hallazgo de armas en Asturias. ABC publicó que había sido detenido en relación con los hechos un hombre de negocios que respondía al nombre de Horacio Echevarrieta. El diario argumentaba que el contrabando de armas, en el que aseguraba que había mediado el socialista Prieto, era «para la revolución en Portugal». El mismo día 16, este periódico se hacía eco del hallazgo de un depósito de armas en Sama.

Después del alijo del 'Turquesa' se disparó la psicosis por los hallazgos de armas y se creó un clima prebélico en Asturias y en algunas ciudades de España. Así, hubo un muerto y dos heridos en León por los disparos de las fuerzas de seguridad contra los ocupantes de un vehículo «creyendo que eran armas de contrabando».

Las investigaciones por el 'caso Turquesa' se saldaron con la detención del portugués Mouras Pinto, un ex ministro de Justicia al que se relacionó con el alijo de armas. También fue detenido el 18 de septiembre el ingeniero Alfonso Castro. Se le acusaba de «hacer entrega de 100.00 pesetas con las que se retiró la primera extra del Consorcio de Armas Industriales, que sirvió para poner en marcha la expedición de armas». Ese mismo día la prensa especulaba con que Prieto debería comparecer en la Audiencia de Oviedo para aclarar los rumores sobre su presencia en las proximidades de la zona donde se produjo el desembarco de armas.

Más hallazgos

Los hallazgos de partidas de armas se sucedieron a partir del descubrimiento del alijo del 'Turquesa'. En la prensa se puede leer el 20 de septiembre: «La Guardia Civil descubre una partida de armas en la Ciudad Universitaria de Madrid para el movimiento revolucionario». La alarma social por las armas descubiertas era tal que el asunto ocupó un lugar destacado en las deliberaciones del Consejo de Gobierno de esa fecha.

Igualmente tuvo un amplio eco en la prensa el hallazgo de armas en la Casa del Pueblo de Madrid y en el domicilio particular del socialista Fulgencio Ayala. Entre las armas incautadas había «seis fusiles de la Fábrica de Armas de Oviedo».

A finales de septiembre se suceden los paros mineros, como las huelgas protagonizadas por los mineros de Fondón y de Nicolasa, que el gobernador civil de Asturias se apresura a decir que «no son ilegales». Durante esos días también se incrementan los registros en los centros obreros de la provincia.

Los disturbios van en aumento. Este periódico se hace eco el 29 de septiembre de que ha resultado herido el director de carbones de La Nueva, al parecer en un atentado con explosivos. Igualmente se da información de «un tiroteo a tres obreros de la patronal en Aboño».

La CEDA, en el Gobierno

Mientras tanto, la pista del 'Turquesa' aparece brevemente recogida en la prensa. El 30 de septiembre se conoce que «el vapor ha sido apresado en Burdeos». Es un asunto menor en vísperas de lo que se avecina. Los expertos coinciden en que la crisis de gobierno con la que empieza octubre de 1934 es el detonante que propició la convocatoria de la huelga general, que en Asturias derivó en una revolución.

Gil Robles retiró su confianza al Gobierno de Samper y el 2 de octubre el presidente de la República encargó formar gobierno a Lerroux. El jefe del Partido Radical incluyó en su nuevo gabinete a tres ministros de la CEDA, la coalición de partidos de la derecha que lideraba Gil Robles.

La confección del Gobierno, con la cada vez más creciente influencia de la CEDA, fue considerada como un desafío para la izquierda. Partidos y sindicatos replicaron con la convocatoria de una huelga general. La orden de inicio de la huelga llegó a Asturias a través del líder socialista asturiano Teodomiro Menéndez. Procedente de Madrid, llegó a la estación de ferrocarril de Oviedo pasadas las 10 de la noche del día 4. Una llamada a la movilización que en el caso de Asturias se convirtió en una revolución entre el 5 y el 19 de octubre. En 15 días de revolución, el movimiento obrero asturiano se hizo con el poder.

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