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La nueva producción de 'Tosca' se estrenó el jueves en Oviedo. / ÓPERA DE OVIEDO
Convencer sin emocionar
Cultura

Convencer sin emocionar

El Campoamor estrenó el jueves una 'Tosca' que gustó sin llegar a entusiasmar. Dirigida por Jonathan Cocker, esta versión adopta una estética influida del neorrealismo cinematográfico

RAMÓN AVELLO

Sábado, 10 de octubre 2009, 05:21

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Puccini fue un compositor extremadamente minucioso, no sólo en la música, sino también en las descripciones de los personajes y del ambiente en el que estos se desenvolvían. Esto le llevaba a mirar con cautela las interpretaciones de los directores escénicos. ¿Se puede ser fiel en una ópera de Puccini a su espíritu original trasladando la acción a otro tiempo? La representación de 'Tosca' a la que hemos asistido en el Teatro Campoamor de Oviedo no solamente hace que la respuesta sea afirmativa, sino que se puede realizar dicha traslación con fidelidad tanto en el detalle de la escena como en el fondo de la acción, y, lo que es más paradójico, dentro de una concepción tradicional de la escena.

En la versión dirigida por Jonathan Cocker arropada con una sugerente iluminación de Alan Cambell, el verismo original se ha adaptado a una estética de clara influencia del neorrealismo cinematográfico con lo que se potencia una percepción realista e incluso histórica de la ópera. El resultado ha sido convincente. Tanto en el detalle, como en la escena del Te Deum, con la presencia de Victor Manuel III, Pío XII y Benito Mussolini, a quien Scarpia saluda con una inclinación de cabeza, como en el sentido dramático con el que se resuelve, de una manera modélica el complejo segundo acto.

Otro aspecto convincente de la ópera ha sido la cuidada versión orquestal dirigida por Haider. El momento más mágico, protagonizado por la orquesta fue el preludio del tercer acto, especialmente el movimiento lento que describe el amanecer, 'el arrebol' en Roma. Una sonoridad envolvente, en el que el juego de tonos e intensidades de las campanas crean diferentes espacios estereofónicos de lejanía sobre la dulce expresividad de cuerdas y maderas a sido una de las más afortunadas páginas sinfónicas protagonizada por Oviedo Filarmonía. Broche dorado a una sólida versión musical, coherente con la acción, clara en los motivos y cuidada en los matices.

'Tosca' es una obra de garra dramática, que tiene su eje central en el personaje de Scarpia, un malvado poliédrico al que dio vida Juan Pons, de los solistas, el que mejor estuvo, en voz y sobre todo en interpretación teatral. Seguridad y fuerza vocal generalmente correcta -no está pasando los mejores momentos, el cantante adelgazó mucho-, pero, sobre todo, una fuerza y presencia en escena descomunal.

Y, sin embargo, a pesar de la escena, de la orquesta, de lo apropiado del tratamiento coral, tanto en el Te Deum como en la cantata del segundo acto, de la garra dramática de Pons, antes aludida y Zapater y del buen hacer de los secundarios, esta Tosca que al menos a mí me convenció, le faltó esa cualidad superior de empatía y de emoción que tendría que llegar por la voz de los dos protagonistas. Es digno de alabanza el pundonor de Aronica, que posee un hermoso timbre tenoril, pese a su indisposición totalmente agravada en el segundo acto. Respecto a Hasmik Papian, no tuvo su día. Pese a sus cualidades en los agudos, una emisión ligeramente gutural, sobre todo en el primer acto y cierta aspereza en el color proyectaron una 'Tosca' de un lirismo lejano y frío. Interpretó su papel con corrección, pero no llegó a emocionar. Y no hay una buena 'Tosca' sin una voz que conmueva.

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