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GIJÓN

«En el movimiento vecinal hemos ido siempre a salto de mata, sin vía de acción definida»

Los ex presidentes de la Federación Urbana hacen autocrítica y <strong>admiten que faltó «más contundencia» en </strong><strong>su posicionamiento frente al plan de vías</strong> y el metrotrén

M. MORO

Domingo, 18 de octubre 2009, 04:20

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«En el movimiento vecinal de Gijón hemos ido siempre a salto de mata. En todos estos años hemos sido incapaces de tener un cajón con los proyectos de actuación que debía acometer». Esta reflexión autocrítica la realizó ayer en público Pepín Fernández en una mesa redonda que reunió a los cinco presidentes vivos de la Federación de Asociaciones de Vecinos de la Zona Urbana (FAV), que celebra estos días su XX aniversario.

Para el histórico dirigente vecinal, esa ausencia prolongada en el tiempo de una vía de acción definida ha lastrado el devenir de las asociaciones vecinales agrupadas en Federación. «En lugar de concretar las tareas a abordar, nos encerramos y metimos en debates eternos por situaciones que iban surgiendo y todo ello apenas nos dio resultado», remarcó Fernández. El mandatario de la Federación en la década de los noventa del pasado siglo aseguró que, de cara al futuro, es necesario dotarse de esa herramienta -tener una lista de proyectos de actuación-, para ganar en efectividad ciudadana. Esa es la línea de trabajo que siguen los colectivos vecinales, aseguró, en grandes ciudades como Madrid.

Pepín Fernández no fue el único en hacer ejercicio de autocrítico en este encuentro de ex presidentes de la Federación Urbana. Amador García, que fue relevado en el cargo por la actual mandataria Teresa Prada, admitió que el movimiento vecinal «no estuvo a la altura de las circunstancias» durante la tramitación del plan especial de vías, el documento urbanístico que fija las directrices para la creación de un nuevo barrio residencial en el espacio liberado por el soterramiento de la barrera ferroviaria entre Moreda y El Humedal. «Habría que haber sido mucho más contundentes», señaló García, quien también hizo extensiva esa falta de contundencia a la posición mantenida en relación con el proyecto del metrotrén, que abarca más elementos que el ámbito ferroviario, y que calificó como «el gran fiasco» de su mandato.

Amador García, como antes que él hizo también Pepín Fernández, también aludió a los problemas ocasionados por las divisiones internas en el seno de la Federación. Oposiciones emergentes dentro de las propias juntas directivas que obligaron a realizar mayores esfuerzos para adoptar acuerdos.

Juventino Montes, por su parte, resumió cuáles deben ser, desde su punto de vista, las señas de identidad del movimiento vecinal para no perder su capacidad de interlocución con la Administración. En primer lugar señaló como clave la «cohesión interna». A su juicio, la FAV «tiene que ser como una familia que funciona».

El ex dirigente vecinal bajo cuya presidencia se consiguió traer la radioterapia también destacó como fundamental la presencia en los medios de comunicación. «Hay que salir no por conflictos internos, sino para contar lo que se está haciendo», subrayó. Además, remarcó que la persona que detente en cada momento la presidencia debe «ser portavoz y voz de la Federación».

En opinión de Montes, el movimiento vecinal gijonés tiene, asimismo, que cargarse de ideología» y perder el miedo a partidos políticos y sindicatos. «Dentro de la Federación se hace política todos los días y debe existir una relación fluida con la Administración sin tener miedo a que nos dirijan», defendió.

Radioterapia y Zarracina

En el repaso de las grandes conquistas logradas por el movimiento vecinal no faltaron el recuerdo a la unidad de radioterapia de Jove, Zarracina, la reactivación de las cooperativas de vivienda, el servicio de Hemodinámica de Cabueñes, la lucha contra las antenas de telefonía móvil, el renovado reglamento de participación ciudadana y el manifiesto-programa que incluye el proyecto de movilidad sostenible para Gijón.

El primer presidente que tuvo la Federación, el veterano dirigente vecinal Óscar Piñera, recordó que sólo nueve asociaciones firmaron el acta fundacional en 1989. «Muchos desconfiaban de ella al principio y se sentían a gusto con la coordinadora que había», expuso. Respecto a los primeros cometidos que afrontó como mandatario enumeró dos: más plazas de taxis y un reglamento de participación vecinal. El segundo encargo pudo materializarlo al entra meses después como concejal en el Ayuntamiento. «El reglamento acabó aprobándose por unanimidad, pero en privado PP y CDS se oponían a él», rememoró.

Sin subyugarse al poder

Uno de los momentos más vivos de debate se produjo ante la reflexión de si es posible la independencia real del movimiento vecinal respecto al poder municipal por su dependencia económica de las subvenciones. A este respecto, la actual presidenta de la FAV, Teresa Prada, aseguró que la falta de autofinanciación es compatible con el mantenimiento del espíritu reivindicativo y la no subyugación al criterio del Ayuntamiento.

El papel de las plataformas ciudadanas también fue objeto de comentario. Prada aseguró que «el cauce normal» cuando surge una problemática específica en un barrio es llevarla a la asociación de vecinos correspondiente, que luego da traslado a la Federación. El papel de coordinación de la FAV sobre los grupos que surgen coyunturalmente ante situaciones concretas también fue reivindicado por Juventino Montes. «A esa plataformas no las puede dirigir cualquiera», convino. «Hay plataformas con intereses inconfesables, pero otras también construyen ciudad», concedió Pepín Fernández.

Con vistas a los retos del futuro, Teresa Prada abogó por una mayor participación y consenso. También por avanzar en el diálogo social y vehicular la petición de información sobre los proyectos que afectan a los ciudadanos. Apostó, asimismo, por poner en funcionamiento los consejos de salud y conseguir que los seis consejos de distrito «sirvan para algo más que repartir el millón de euros que les reservan los presupuestos municipales».

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