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Miedos infundados
PSICÓLOGO DE CABECERA

Miedos infundados

MIGUEL SILVEIRA PSICÓLOGO CLÍNICO

Domingo, 15 de noviembre 2009, 03:33

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El miedo irracional e infundado nos frena, nos impide vivir con libertad, nos condiciona, nos arrincona, nos limita y nos confina. Querido amigo/a: ¿En cuantos ascensores que has usado te has visto bloqueado? ¿Cuántos se han desplomado como fantaseabas? ¿Cuántas veces te has muerto de aquellas que temiste? ¿Cuántas veces se han mofado de ti o ridiculizado abiertamente? ¿Cuantos de los viajes que hiciste acabaron en sonado accidente? ¿Cuantas veces te asaltaron de noche o te desvalijaron? O ¿Cuántas veces perdiste el conocimiento como temías por estar en un lugar cerrado? Y ¿Cuántas de las veces que temiste estar enfermo gravemente se cumplieron tus terribles sospechas? ¡Qué fácil es dejarse llevar de realidades horrorosas construidas por nuestra propia mente! ¡Qué fácil es construir catástrofes mentales, desgracias virtuales y otros terribles males! Y sin embargo lo seguimos haciendo.

El miedo, que suele empezar por algo específico tiende luego a extenderse cual incendio, avivado por el viento a otras áreas y nos va limitando. Del miedo vive mucha gente, es un filón para las empresas farmacéuticas que se forran produciendo fármacos que lo aplaquen, para los psiquiatras y psicólogos, para autores de teatro, escritores, cuentistas y agoreros. Por miedo a fallar o a fracasar muchos pierden fuelle y quedan inactivos mientras los más valientes van sacándole el jugo a su existencia. Por eso no queda más remedio que empezar a romper las barreras mentales sin pérdida de tiempo.

Cada paso que damos atrás es darle una galleta para engordar el monstruo del miedo, cada frenazo es retrasar la llegada a la meta deseada de nuestro atrevimiento y libertad de acción y movimiento. Súbete al ascensor y gana altura en lugar de subir las escaleras, súbete al avión y pasa el charco en vez de privarte de ver lejanas tierras, asómate al balcón o a tu terraza y verás cómo no te llama el vacío aunque lo pienses, habla con la gente, pregunta lo que ignoras, habla en público, sal de noche o ponte la inyección que cure tu infección. Da pasos adelante y no consientas a tu miedo irracional e ilógico que gobierne tu vida. O ¿prefieres esperar a que con el paso del tiempo te veas arrinconado y arruinadas tus ganas de vivir con libertad plena? Si no quieres afrontarlo de pronto, trata de dominarlo poco a poco.

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