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Bety y sus hermanos se levantan a las cinco de la mañana para pescar en el lago Titicaca. :: JUAN DÍAZ En Salcedo, los niños trabajan en las ladrilleras. :: JUAN DÍAZ
Retrato del trabajo infantil
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Retrato del trabajo infantil

M. F. ANTUÑA

Miércoles, 6 de enero 2010, 04:39

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En los altos de Puno, en Perú, hay un pueblo llamado Salcedos a tres mil metros de altitud en el que las ladrilleras son una forma de vida para familias enteras. También para los niños que pican la tierra, apisonan el barro y observan cómo los ladrillos se secan antes de vender un millar por apenas 44 euros. En Perú las historias de trabajo infantil no sólo se cuentan por millares, como los ladrillos, sino por millones. Son, según las cifras oficiales, casi dos millones de menores los que trabajan en el país sudamericano. Los rostros de algunos de ellos se instalarán a partir de mañana en el Centro de Interpretación del Cine de Asturias (CICA) en Gijón a través de las imagenes de Juan Díaz. Él firma las instantáneas que ponen cara a un mal que recorre todos los continentes.

La oenegé Global Humanitaria se ha encargado de organizar una muestra bautizada como 'El trabajo no es cosa de niños' y que presenta un viaje por ese Perú plagado de menores trabajando en sus lagos como pescadores, en sus vertederos seleccionando basura, cultivando sus campos y haciendo un sinfín de tareas que no sólo no son propias de su edad, sino que en ocasiones perjudican gravemente a su salud.

Esas 41 imágenes se quedarán en Gijón hasta el 27 de febrero para recordarle a quien las mire que, según las estimaciones de la Organización Mundial del Trabajo, uno de cada seis niños de entre cinco y 17 años está activo económicamente, y que eso significa nada más y nada menos que 352 millones en todo el planeta. Una cifra difícil de entender en un día de Reyes repleto de regalos que se abren sin el más mínimo esfuerzo, pero que es una realidad que resulta más abrumadora y dramática en los países menos desarrollados.

Ese atentando contra los derechos de la infancia, porque así se considera que trabaje quien no lo tiene que hacer, puede llegar a convertirse incluso en formas de esclavitud que también se cuentan por millones en el mundo, en este caso 8,4. Y es que el trabajo forzoso por servidumbre o deudas sigue muy presente en un mundo en el que los casos de explotación sexual de niños para la prostitución se estiman que llegan a 1,8 millones de menores. Hay más. Hay mucho más: 300.000 niños afectados por el reclutamiento forzoso para conflictos armados; 600.000 obligados a realizar actividades ilícitas; 1,2 millones víctimas de la venta, y el tráfico...

La exposición que mañana abre sus puertas no los retrata a todos sobre papel, pero sí los tiene muy presentes a través de la información que busca concienciar. Lo mismo que las imágenes de Bety y sus hermanos en el lago Titicaca. A las cinco de la mañana se levantan para pescar truchas y, cuando las cestas están llenas, las venden en el mercado. Bety, que encuentra tiempo para estudiar enfermería, dice que no quiere tener hijos y espera que sus hermanos pequeños nunca tengan que remar por el lago en busca de truchas.

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