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Max Valdés posa en la terraza del Auditorio Príncipe Felipe completamente nevada en el que ya es el año de su despedida. :: MARIO ROJAS Octubre, 2006. «El Príncipe siempre ha sido sumamente cariñoso con nosotros, se interesa por la orquesta, por los conciertos... Este no fue el primero para él, fue una obra rusa, Alexader Nevsky». :: EFE
«La OSPA requiere nuevas energías»
Cultura

«La OSPA requiere nuevas energías»

Max Valdés dejará su puesto como director de la Sinfónica tras 16 años

PPLL

Domingo, 10 de enero 2010, 03:48

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Es su último año, el número 16 al frente de la Orquesta Sinfónica del Principado (OSPA) a la que ha visto crecer y asentarse y la que seguirá mirando de reojo una vez que deje su puesto de director titular para convertirse en honorífico. Maximiano Valdés, chileno ya casi convertido en asturiano, se va porque cree que es el momento de que la formación asturiana, «la columna vertebral de la música» en el Principado, afronte una nueva etapa.

-Es su último año. ¿Recuerda cómo fue el primero? ¿Su primer contacto con la orquesta?

-Perfectamente. Venía en coche de dirigir en Bilbao. Llegué aquí y me encontré con una persona de la orquesta que me entregó las llaves de un piso para poder estar esa semana. A la mañana siguiente me levanté muy temprano para ir al ensayo. Era invierno, pasé por la plaza de la Catedral y había unos punks en el suelo con unos perros. Esta visión de la Catedral gótica con esos chicos con el pelo verde y cadenas se me quedó grabada para siempre, era un reflejo de cómo se juntaban lo nuevo y lo viejo en una ciudad como Oviedo.

-Una vez en el ensayo, ¿qué se encontró?

-En los ensayos, que entonces se hacían en el conservatorio, se hablaba en inglés, lo que es bastante inusual, porque había muchos extranjeros. La orquesta era mucho más pequeña y todo el proyecto era mucho más pequeño. Va a cumplir 20 años y entonces llevaba cuatro en los que habían pasado cuatro directores, por lo menos dos gerentes, de modo que había una sensación de inestabilidad y de angustia por el futuro. ¿Qué le dio estabilidad? La llegada de Inmaculada Quintanal, que asumió el cargo de gerente con ánimo de permanencia.

Me llamaron a mí, que estaba en un momento muy especial. Venía de una orquesta norteamericana con algunas lecciones bien aprendidas, entre ellas que los directores titulares tenemos que vivir en las ciudades en las que trabajamos. Me vine a vivir y empezamos el trabajo de asentar, de estabilizar y de ir creciendo. Las plazas fueron aumentando, entraron nuevos músicos y empezamos a salir, fuimos a Madrid, y la orquesta empezó a tomar otra fisonomía. La ópera entonces se hacía sólo en setiembre, pensamos que si se expandía, la orquesta tendría más posibilidades de estar ocupada. Y así fuimos ampliando el trabajo de la orquesta. Ha habido un crecimiento indiscutible, un apoyo incondional por parte de los gobiernos, y un momento en el que la expansión llegó a un cierto límite que coincide con este ciclo de 16 años.

-Su misión ha sido en cierta forma darle personalidad.

-La personalidad musical se trabaja en conjunto. Evidentemente, la orquesta ha aportado toda la personalidad de sus integrantes. Aquí hay diferentes escuelas: de viento, propia de ese pozo sin fin que es Valencia, después tenemos miembros americanos y alemanes y una escuela rusa de cuerda y norteamericana. Juntar todo eso no era fácil. Trabajamos poco a poco para ir buscando la sonoridad, el equilibrio entre mi personalidad y la de ellos.

-¿Cómo suena ahora la OSPA?

-La característica de la OSPA es un sonido brillante y una manera compacta de tocar.

-¿Cómo sonaba en aquel primer ensayo?

-Muy dispar. Eran diferentes grupos, cada uno por su cuenta, había una sensación de temor por lo que iba a pasar. Pero, en fin, estaban todos recién llegados, se sentían muy extranjeros, no era fácil integrarse. Ahora eso ha cambiado. Se han formado familias, han nacido niños, los músicos ya se asentaron todos aquí.

-¿Cómo sonará en el futuro?

-Eso dependerá de la persona que venga y de sus sistema de trabajo.

-¿Cómo le gustaría a Max Valdés que sonara?

-Cada vez mejor. Yo creo que los proyectos musicales los encarnamos los músicos y espero que la persona que venga tenga dedicación y devoción por esta orquesta y traiga su propia personalidad. La música es maravillosa porque presenta tantas facetas diferentes... La misma obra puede ser tocada de diferentes maneras y no por ello se falta a la verdad, por eso es muy estimulante que venga alguien con una visión sonora diferente.

_¿Cuáles son las cualidades que ha de tener su sustituto?

-Una persona formada completa y rigurosamente, que se comprometa con Asturias y con la orquesta y que haga de éste su proyecto, es decir, que su éxito personal pase por el éxito de la orquesta. Esa fue mi estrategia. No pensé en venir aquí y desarrollar una carrera personal, pensé que mientras más posibilidades tuviera la OSPA más me iban a conocer a mí y así ha sido.

-Su marcha es una decisión personal y muy meditada. ¿Cuáles son las razones?

-Porque se cumplen ciclos inevitables. La música vive de nuevos proyectos y de personas que los encarnan y yo en un cierto punto me di cuenta de que quería descansar un poco, tener menos trabajo y hacer las cosas de otra manera. En esto coincidí con la Consejería y se produjo un cambio sin absolutamente ningún trauma. En la orquesta se cumple un ciclo, dentro de poco se van a jubilar varios músicos y habrá que buscar nuevos instrumentistas y todo esto requiere nueva savia y nuevas energías.

-Parece que piensa que su adiós es lo mejor para la orquesta.

-Bueno, mi adiós es parcial, porque dejo de ser titular pero seguiré viniendo como invitado y estaré cerca de la orquesta en la medida en que, evidentemente, si veo que esto entra en crisis, que seguramente no va a pasar, haré lo posible para que no sea así. Pero creo que hay por parte de la orquesta una ilusión de que se abra una etapa nueva, porque además esto ha sido inusualmente largo.

-¿Cuál es la clave de esa longevidad?

-Ser honesto en el trabajo. Los músicos siempre me han visto entregado. El rigor ha sido una constante.Y eso mismo les he pedido a ellos: rigor y respeto. Las orquestas son como las sociedades humanas, no son perfectas ni son entidades que podamos manipular para hacerlas a nuestro gusto. Hay gente que responde mejor y otra que responde menos bien, pero hay que trabajar con todos.

-Una decisión personal, meditada ¿y dolorosa?

-Evidentemente hay algo de afectivo en todo esto muy fuerte. Cuando se abre la puerta del avión en Ranón y me doy cuenta de que estoy en Asturias, hay algo muy querido, pero, como digo, no hay que mirar para atrás, sino para adelante.

-¿Qué espinas le quedan clavadas?

-Haber completado la plantilla. La orquesta necesita expandirse hasta un grado que ahora no tiene. Tenemos que llegar a un número mayor de músicos, de 12 a 15 más, para poder tocar el repertorio grande sin tener que contratar. Esta era la idea cuando se fundó esta orquesta, pero desgraciadamente no ha sido posible. Esto forma parte de la idea de que una orquesta es indispensable en una región como ésta. Hemos demostrado que hay un público que nos sigue, hay un público apasionado de ópera, muy fiel de música sinfónica, y ese público tiene que ser defendido y protegido. En los momentos de crisis no hay que olvidar la música. Yo siempre pongo el ejemplo de cuando Berlín estaba en ruinas, en la ciudad había una hambruna tremenda y la inflación se había escapado más allá del mil por ciento... La primera preocupación fue la de resucitar la Filarmónica de Berlín, porque era un símbolo de calidad, de la espiritualidad de una nación que estaba asolada. No estamos en esa situación, pero llevar la orquesta a su expansión final no puede ser un proyecto de un gobierno en particular, sino de toda la región y tiene que llevarse a cabo.

-En lo musical, ¿alguna asignatura pendiente?

-Hemos hecho un repertorio muy vasto. La orquesta ha tocado prácticamente el 80% del repertorio sinfónico. Nos quedan las grandes obras orquestales para las cuales no tenemos plantilla. Y queda también revitalizar el proyecto de giras. Son importantes porque aportan otro espíritu, son desafíos.

-Hemos hablado de cómo ha cambiado la orquesta, pero ¿cómo ha cambido la OSPA el panorama musical asturiano en este tiempo?

-Hace 16 años estábamos nosotros y no había más nada. La ópera estaba reducida a tres títulos, uno tras de otro en el mes de setiembre, se hacían un par de lecturas con orquesta y se iba a escena. Había zarzuela hecha de igual manera, en Gijón no había orquesta... Todo era más reducido y todo era más oscuro, más lento. Y esto empezó a cambiar, con la expansión de la temporada de ópera, más tarde con la JOSPA (la Joven Orquesta), después con la creación de lo que es ahora Oviedo Filarmonía... La OSPA ha sido fundamental. Todo lo que aquí se ha hecho era impensable.

-En pocas palabras, ¿qué ha supuesto la OSPA para la música en el Principado?

-En términos de difusión es la columna vertebral de la música en Asturias, ha sido capaz de difundir un repertorio muy completo y muy variado en todas las ciudades. Nació para convertirse en el centro musical y lo ha conseguido.

-Dígame tres o cuatro recuerdos imborrables que se va a llevar.

-Una Novena de Bethoven que hice aquí un día en que ETA había matado a dos personas. Salí al escenario, el teatro estaba lleno y se me ocurrió sobre la marcha dedicar el concierto a esas dos personas. Se levantó todo el público y durante cinco minutos no pudimos empezar porque la emoción era enorme. Recuerdo también un arreglo que hicimos de canciones asturianas, las interpretamos en la iglesia de Villaviciosa y nos emocionamos todos, porque aquí hay muchos extranjeros que han aprendido a querer mucho a Asturias. Otro de los momentos importantes, el 'Requiem' de Brahms en el Palau de Barcelona; también las apariciones en Chile, porque era mi tierra... Y el viaje a China. Fue muy difícil, pasaron muchas cosas y tuvimos que esforzamos. Fue muy duro pero valió la pena. La noche en que en Pekín, el 31 de diciembre, estaba la Orquesta Filarmónica de Israel con Zubin Mehta, la de Boston con Seiji Ozawa, y nosotros, yo me sentí muy orgulloso.

-¿Hay recuerdos borrables?

-Lo malo forma parte de nuestra vida. Hubo errores, momentos tensos, malos entendidos, personas que no funcionaron, pero en general siento una enorme gratitud por haber vivido aquí, por haber dirigido esta orquesta y porque me hayan dado la confianza de desarrollar mi proyecto.

-Algún consejo para su sucesor.

-Que viva en Asturias.

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