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I. REY
Domingo, 10 de enero 2010, 10:35
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Hace dos años el Consistorio nombró a una comisión para decidir qué calles debían cambiar de denominación para cumplir con una de las exigencias de la Ley de Memoria Histórica, la eliminación de los símbolos franquistas de las calles del país. Un grupo de expertos analizó el caso ovetense. Al final decidieron que 14 de la treintena de calles analizadas modificarían su nombre. Hasta el momento, la normativa sólo ha tenido efecto en tres vías -División Azul, Capitán Almeida y Teniente Coronel Teijeiro-, cuyos vecinos ya comienzan a notar las molestias de tal decisión.
Cuando se cambia de domicilio los engorrosos trámites, camuflados por la ilusión del estreno, se hacen interminables, pero más o menos el listado está claro: Empadronamiento, DNI, recibos de agua, luz, teléfono, banco, seguridad social, recibos de centros deportivos, actividades extraescolares... El problema surge cuando cientos de vecinos tienen que hacer todos estos papeleos al mismo tiempo y sin tener muy claro el qué, el cuándo y el dónde.
«A nosotros sólo nos comunicaron que el nombre de la calle iba a cambiarse, pero no nos dijeron todo lo que acarreaba», explica María Teresa Martín, presidenta de la Asociación de Vecinos de San Lázaro. Con todo, el Ayuntamiento «sólo ha recibido la queja de una vecina», según explicó el concejal de Patrimonio, Iván de Santiago. Los responsables municipales, que para facilitar el trabajo a los vecinos han enviado un boletín de empadronamiento con la nueva dirección a todos los afectados, «esperábamos un aluvión de quejas, pero no ha sido así. Hacemos lo que está en nuestras manos y por los menos los vecinos no tienen que venir al Ayuntamiento», explica el dil. De hacerlo, se colapsaría el servicio de estadística, así que la medida tiene un doble objetivo.
Los residentes se libran del paseo hasta el Consistorio, pero de lo que no pueden zafarse es del resto de trámites. «No tenemos nada claro, no sabemos qué hacer, ¿cambio el DNI ahora o cuando me toque renovarlo?», se cuestiona un vecino de la antigua Capital Almeida, ahora calle de Fernando Alonso. Añade que ya ha recibido el boletín de empadronamiento, pero lo que no le llega es su correspondencia. «El otro día me llamaron del banco porque todas mis cartas les llegaban de vuelta. Me acerqué a la sucursal y vimos que era por el cambio de calle. El cartero las devolvía. De momento, sustituí la dirección en el banco, pero andamos bastante perdidos», confiesa. Y sólo van tres calles.
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