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OPINIÓN ARTICULOS

Albert Camus, ¿entrega o rebeldía?

Hoy, sus palabras serían balas que perforarían la niebla de estupidización

EDGAR BORGES

Jueves, 14 de enero 2010, 04:20

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Sorprende la ligereza con la que algunos críticos andan comentando la obra de Albert Camus, a propósito de los 50 años de su muerte. Unos centran su esfuerzo en hacer ver que la voz crítica de Camus apuntó todos sus últimos cartuchos contra el comunismo; otros aseguran que Camus pronóstico el final de las ideologías (como si la estupidez fuese una ideología); por su parte, una creyente, disfrazada de filósofa, fue más allá y en un programa de televisión dijo que si no lo hubiera sorprendido la muerte en aquel fatal accidente, el autor de 'El extranjero' hubiese terminado siendo un fiel devoto de los mandatos de la Iglesia. Mientras, un periodista, con las características propias de un «progre optimista», aseguró que el activismo rebelde de Camus era equivalente al 'Yes, we can' de Barack Obama y a la voluntad colectiva que permitió que un negro llegara a la Casa Blanca. Ya lo dijo el propio Camus: «La estupidez insiste siempre». Sin embargo, debo reconocer que no creí que insistiera tanto.

Pero, como de especular se trata, vamos a jugar. Si Albert Camus viviera, al estilo de un viejo rebelde como Saramago, ¿cuál sería su opinión del mundo actual? ¿Pensaría que el planeta es un jardín de comprensión y bienestar o estaría convencido de que el capitalismo ha avanzado hasta convertirse en la más sofisticada forma de dictadura global? ¿Qué diría Camus de la puesta en práctica de la doctrina «seguridad de Estado es superior a respeto individual» contra los ciudadanos? ¿Qué posición asumiría el escritor ante el avance de la indiferencia como excusa para concretar el bienestar social? ¿Y del momentáneo triunfo de la estupidez sobre la reflexión? ¿Creería Camus que el peligro del pensamiento único lo terminó consolidando el comunismo o el capitalismo? ¿Aseguraría que el más poderoso de los fundamentalismos es el que invisiblemente nos impone el mercado de consumo? ¿Cuestionaría a la izquierda por totalitaria o por inerte? ¿Se encerraría en una torre de marfil para desde allí apadrinar a los niños pobres de África o sería un activista de calle adentro contra el dominio del pensamiento único de las grandes corporaciones?

Me cuesta creer que Albert Camus -de estar vivo- se hubiese dedicado a publicar novelas de entretenimiento barato; difícil sería que el autor de 'La peste' tuviese una sonrisa fácil (al estilo Obama). Hoy, cuando mucha izquierda ha quedado desubicada ante la mutación del capitalismo hacia un sistema de dominio virtual (la dictadura invisible), prefiero imaginar la existencia de un Albert Camus en rebeldía. Sus palabras, de nuevo, serían balas que perforarían la niebla de estupidización y despertarían colectivos.

Si de especular se trata, observo a Camus atravesando los subterráneos del mundo, siempre al lado de los miserables de la tierra.

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