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REENCUENTRO. Los 'niños de la guerra' y sus familias posan con las autoridades frente a la escultura que les recuerda, ubicada en El Arbeyal. / PALOMA UCHA
Gijón rinde un tributo de «admiración y reconocimiento» a los 'niños de la guerra'
GIJÓN

Gijón rinde un tributo de «admiración y reconocimiento» a los 'niños de la guerra'

Más de un centenar de personas se congregaron en la escultura de El Arbeyal para conmemorar el 70 aniversario de la partida de los menores hacia la Unión Soviética Felgueroso trasladó a los homenajeados la disposición del Ayuntamiento a «ayudarles en todo lo que necesiten»

IRENE GARCÍA

Lunes, 8 de octubre 2007, 10:08

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Lágrimas de emoción y sentimientos encontrados. La alegría de un reencuentro contrastaba ayer con la tristeza de recordar un angustioso episodio y de añorar a quienes hoy faltan. Más de un centenar de personas se congregaron junto a la escultura 'Niño de la guerra' de El Arbeyal, en el homenaje a los 1.100 menores que el 23 de setiembre de 1937 se vieron obligados a huir de la Guerra Civil española. En el 70 aniversario de su partida, Gijón quiso rendirles tributo y mostrarles su «admiración, apoyo y reconocimiento», como así lo expresó la alcaldesa, Paz Fernández Felgueroso, quien ofreció a estos 'niños' regresados del exilio la disposición del Ayuntamiento «a seguir ayudándoles en todo lo que necesiten en su vida ya de vuelta a Asturias». «Pondremos todo nuestro empeño en que Gijón sea para vosotros aquella ciudad que tuvisteis que dejar», dijo.

En las miradas de los homenajeados se adivinaba el nerviosismo. Los 'niños de la guerra' y sus familiares no pudieron ocultar su emoción. Se notó el cariño que sienten unos por otros, pero también el pesar por haber sufrido en las consecuencias de dos guerras. «No somos los niños de la guerra, somos los niños de las guerras», puntualizó en su discurso la presidenta de la asociación de Retornados de Rusia, Araceli Ruiz aludiendo a que huyeron de la contienda española y se encontraron con la Segunda Guerra Mundial.

Pero ayer la ocasión era feliz. Ellos eran los protagonistas y no perdieron la ocasión de llevar consigo fotografías de su pasado, como un testimonio más de sus historias que forman parte también de la historia colectiva de Asturias. Ayer sumaron un capítulo más a sus vidas al recibir este homenaje y no perdieron la ocasión de fotografiar o grabar en vídeo el acontecimiento.

Lázaro Cárdenas

El concejal de Cooperación, Jesús Montes Estrada, quiso dejar clara su intención de que el aniversario «no quede en una mera anécdota puntual» y resaltó la importancia del contexto histórico en el que se produce su marcha, la Guerra Civil, y el hecho de que todos «son hijos de republicanos». Asimismo, el edil destacó que todavía hay más 'niños de la guerra' que estos 1.100 y se refirió por ejemplo a los que se fueron a México, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, al que, dijo, «habrá que hacerle algún busto de homenaje».

Por su parte, la presidenta de la asociación que aglutina a estas personas recordó con tristeza que el «exilio forzoso» que vivieron fue para algunos «un exilio eterno». «Creíamos que iba a ser corto, unos meses, pero acabó siendo para muchos años», señaló, al tiempo que se mostró agradecida de haber conseguido sobrevivir a los conflictos bélicos. «Vivimos un infierno constante», dijo en referencia a los años de la Segunda Guerra Mundial. «Sufrimos las calamidades y miedos que traen consigo las guerras, pero no podemos olvidar el trato excepcional que tuvimos allí», añadió recordando que todos pudieron estudiar lo que quisieron. «Nuestra infancia fue austera pero rica», apuntó. Y hoy, dijo, «estamos felices en nuestra tierra». Tras leer un poema, 'Dos patrias', de un retornado valenciano, se ganó el aplauso emocionado de los asistentes.

Entre ellos, historias diferentes, pero muy parecidas. La mayoría de los que asistieron se refugiaron en la URSS, pero también quisieron estar presentes en el acto otros cuyo destino estuvo en otros países, como Joaquín Cosío, de Pola de Lena, quien con ocho años partió hacia Francia. «Íbamos en la bodega de un barco de carga, donde había incluso mujeres que acababan de dar a luz», recordó. Él se fue junto a tres hermanos a París, donde había una colonia de niños españoles que fueron adoptados por familias francesas. En un sobre, bien protegida, Joaquín llevaba ayer una fotografía a la que tiene especial cariño: la suya con sus padres adoptivos de Francia. Estuvo con ellos tres años hasta que estalló la contienda de 1939. Él asegura que «los franceses se portaron con nosotros de maravilla».

Esta historia se suma a otras como la de Eloína Castro, quien tenía seis años cuando embarcó hacia Rusia, donde estuvo hasta 1992, y quien lamenta los esfuerzos que le costó volver a su patria. O la de Pilar Gutiérrez, quien partió con ocho años y volvió vente años después; o la de Alvarina Rodríguez, que partió con 10 años y volvió en el 56. Fueron muchas las historias que se revivieron ayer.

Tras un minuto de silencio por los que faltan, Araceli Ruiz y el escultor Vicente Moreira colocaron anta la escultura una corona de flores. En el acto también estuvo Miguel Vallina en representación de la Autoridad Portuaria de Gijón, que colaboró con el homenaje.

La jornada terminó con una animada comida de confraternización en el restaurante Savannah.

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