Borrar
Blancos del ojo indistreto
Oriente

Blancos del ojo indistreto

Varios vecinos de la capital llanisca opinan para EL COMERCIO sobre la reciente colocación de cámaras de seguridad en la villa

IKER CORTÉS

Martes, 4 de diciembre 2007, 04:11

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

ISABEL ESTEBAN

GEMMA PIÑERA

Desde hace unos días, Llanes es un poquito más seguro. Dos cámaras instaladas en la travesía de la capital llanisca -una elevada sobre un poste al inicio del parque Posada Herrera; otra, a la altura de la calle de Manuel Romano- se encargan de vigilar tanto el paso de los coches como a los viandantes. Pero ¿qué tienen que decir sobre esto los vecinos del municipio? Lo cierto es que hay opiniones para todos los gustos, aunque la mayor parte de los encuestados está a favor de su presencia «con tal de evitar actos vandálicos» como los que, estos días, se dan en la localidad llanisca.

De esa opinión es, por ejemplo, Antonia Zápico: «Con la gamberrada que hay por aquí, más vale que las pongan», asegura esta mujer mientras se dedica a hacer la compra. Lo mismo piensa Isabel Esteban, que cree que estos 'ojos indiscretos' pueden hacer un buen trabajo si de lo que se trata es de aportar mayor seguridad a la población. Y da un ejemplo: las luces de Navidad. «Aún no se habían inaugurado y para el sábado ya había muchas rotas», se queja. «Hay que enseñar a la gente a respetar las cosas y si no es de una forma, será de otra», comenta. Además, la joven señala que «no resta intimidad a los vecinos, sólo a quienes obran mal».

Similar opinión tiene Beatriz Fernández que apunta a que si las cámaras hubiesen estado colocadas antes, «al menos se habría atrapado a quienes destrozaron las luces de Navidad». Y es que, «últimamente se lo cargan todo», se queja.

A Gemma Piñera, socorrista durante varios años en las playas llaniscas, no le molestan las cámaras «porque no tengo nada que ocultar». Sin embargo, entiende que haya quien piense que es una intromisión a su intimidad: «Igual compran en el Alimerka y prefieren que la gente piense que van al Hipercor», dice entre risas. A pesar de todo, no cree que estas medidas sirvan para mucho. «¿Quién sabe? -se pregunta- A lo mejor, incluso, son un aliciente o un reto para delinquir sin ser pillado», comenta.

Un grupo de vecinas que no quiere dar su nombre dice estar «a favor» de todo lo que sea aumentar la seguridad, «sobre todo por las noches», ya que las peleas y las pintadas «están aumentando en los últimos años». Total, «al que se porta bien no le influye para nada y es preferible que a los malos se les coja», resumen.

La sensación que provocan las cámaras en Ramón Melendreras es, sin embargo, de «lástima». «Creo que es el último recurso que tiene el Ayuntamiento para controlar todos los actos de vandalismo que hay», aunque no cree que haya un problema de inseguridad ciudadana. En su opinión, «las cámaras pueden disuadir a los que perpetran el vandalismo, pero sí es cierto que muchos de ellos se producen cuando la persona va pasada de alcohol o drogas, así que habrá que ver si tienen efecto», cuestiona.

El sector crítico

Sin embargo, también hay voces críticas al respecto, como la de una joven que no quiere dar su nombre y propone, no sin cierta sorna, «poner otra cámara en el cuartelillo, a ver qué pasa». Los hay más críticos como Pedro Rapp: «Me parecen innecesarias y no me gustan porque creo que es un mecanismo de control más». En este sentido, Rapp cree que sí se reducirá la violencia pero «no porque la gente entienda que no hay que hacer determinadas cosas, sino porque se va a sentir vigilada».

De la misma opinión es Gabriel García que piensa que, si bien puede solucionar un poco los problemas de vandalismo, «lo harán a costa de perder intimidad». García cree que sería más recomendable poner, por ejemplo, «una pareja de guardias civiles que vigilen en los veranos». Lo que está claro es que los llaniscos son ya blanco de un ojo indiscreto. RAMÓN MELENDRERAS

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios