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PASADO. Gustavo Bueno, en sus tiempos de catedrático de Filosofía de la Universidad de Oviedo. / E. C.
Filosofía 'mundana' y filosofía 'académica'
Sociedad

Filosofía 'mundana' y filosofía 'académica'

GUSTAVO BUENO

Domingo, 9 de diciembre 2007, 04:03

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Es utópico todo intento de 'deducir' el material mismo de la especialidad filosófica. Las Ideas -tal como las hemos concebido- no son previas al proceso mismo de la producción: por tanto, sería vana empresa tratar de ofrecer un diseño a priori de las mismas, incluso un diseño sistemático. Tan sólo es posible extraerlas del mismo proceso material e histórico que las determina.

Por este motivo, no veo otro método para nuestro asunto que la vuelta al propio contenido históricamente dado de la Filosofía, a fin de extraer de él mismo, al menos, un núcleo de ideas cuya 'explotación' constituya la tarea de la especialidad en Filosofía. En rigor, no hacemos con esto sino seguir el método denotativo, que es el común, y en última instancia, el primitivo, que utiliza todo especialista que quiere informar a otro acerca de la naturaleza de su trabajo. Cuando visitamos el taller de un óptico, quedamos inmediatamente informados de que su tarea consiste en tratar con lentes, microscopios o cámaras fotográficas, aunque todavía no poseemos un concepto claro y distinto de este oficio. El 'taller' de un geómetra contiene triángulos, cosenos y razones dobles. Cuando un físico quiere decirnos qué sea la Física como oficio -es decir, renunciando a las dificultades teóricas de una definición en forma-, responderá con Eddington: «Física es lo que se contiene en el 'Handbuch der Physik'. Lo que tratamos de hacer aquí es presentar los instrumentos del taller filosófico, instrumentos que hemos llamado, en general, Ideas, y que sólo falta por tanto, ahora, especificar

Ahora bien: las ideas filosóficas ya aparecen en dos niveles diferentes, dado que también la sabiduría filosófica aparece en dos perspectivas distintas: en tanto que independiente de las disciplinas científicas -de la racionalidad científica, aunque no al margen de toda racionalidad crítica- o en tanto que dependiente de esa racionalidad, asumiéndola según el modo que hemos establecido. Esta doble presentación de la Filosofía tiene un paralelo en nuestra cultura, en la casi totalidad de las especialidades, dadas en la división del trabajo social, lo que es fácilmente explicable, teniendo en cuenta la influencia ilimitada que la racionalidad científica ha ejercido en la configuración de nuestra cultura. También en la Medicina podemos distinguir una medicina popular, casi 'espontánea' -aunque esta espontaneidad es puramente relativa por cuanto se reduce a un conjunto de patrones culturales recibidos tradicionalmente-, y una medicina profesional, académica. Sería absurdo identificar a la medicina popular como un conjunto de errores, frente a la medicina académica como conjunto de aciertos. A veces ocurre lo contrario, sin que esto invalide en absoluto la necesidad de los especialistas en Medicina.

Otro tanto habría que decir de la Filosofía. Podemos adoptar aquí, a estos efectos, la distinción kantiana entre una Filosofía en sentido 'cósmico' y una Filosofía en sentido 'escolástico'. La distinción kantiana contiene entrevistos un conjunto de problemas muy ricos que necesitan análisis. Comenzaremos, para no estar atados a la letra de Kant, por traducir libremente su distinción de este modo: Filosofía en sentido mundano y Filosofía en sentido académico, de acuerdo con la orientación que hemos ido dando a estas palabras. La Filosofía en el sentido mundano no tiene, sin embargo, el alcance de una sabiduría filosófica, popular, primaria, originaria con la misma conciencia, digamos 'paleolítica', en un sentido parecido al que presupondríamos en la obra de Radín (El hombre primitivo como filósofo). Desde nuestras hipótesis, la Filosofía -y, por tanto, la Filosofía mundana- aparece en un cierto estadio de la evolución cultural, cuando se han diferenciado ya otros oficios y especialidades, y cuando, concretamente, ha cristalizado la 'conciencia corpórea individual' (concepto que, por cierto, aparece explícitamente vinculado por Kant a su idea de una Filosofía cósmica).

La Filosofía mundana podemos entenderla, sencillamente, como la Filosofía ejercitada al margen de la disciplina científica -es decir, en particular, de la disciplina científica constituyente de la propia Filosofía académica-, la cual no excluye que ella sea la verdadera «legislación de la razón», como dice Kant, es decir, la verdadera fuente de donde manan las ideas de la razón; por lo demás, el 'mundo' puede interpretarse tanto como la clase social (de suerte que la conciencia de la clase legisla las ideas verdaderamente filosóficas) o como una especialidad que regresa sobre sí misma, comparándose con las de su entorno, o el pueblo, en el sentido que Unamuno daba a esta expresión ('Sobre la filosofía española').

Según esto, la Filosofía desarrollada por los matemáticos o por los físicos en cuanto tales -es decir, elaborada en ese 'instituto superfacultativo' que propone Sacristán-, sigue siendo Filosofía mundana. Pero también será Filosofía mundana la producida en nuestra sociedad al margen de la disciplina científica directa, pongamos por caso, por un club de trabajadores, o por una organización política.

Siempre hay, por cierto, una nostalgia 'populista', ligada con el anarquismo, que propende a mirar con recelo a toda actividad que 'profesionaliza' una función mundana: es la misma enemistad del místico contra el sacerdote, es decir, contra el especialista religioso -«¿Cómo (preguntaba Eustacio) atreverse a encerrar a Dios, que es ubicuo, en los templos?»-, o a la enemistad del anarquista contra los profesionales de la política -que llama 'burócratas'-, o la de los cínicos contra los médicos -porque cada cual debe ser el médico de sí mismo-.

Encuentro una cierta afinidad entre la postura de Sacristán ante la Filosofía y la que Eustacio mantenía ante la vida religiosa: si la Filosofía está disuelta por todas partes, si es, por sí decir, 'ubicua', ¿cómo atreverse a encerrarla en una especialidad? Pero el Concilio de Cangras vino a responder a Eustacio: «No encerramos a Dios en el templo, sino a los fieles». Diremos aquí: no pretendemos encerrar la Filosofía en la Academia, para que ésta monopolice la sabiduría filosófica, sino a sus cultivadores. Con palabras de Kant: el filósofo académico es el «artista de la razón», no su legislador. Puede incluso concebirse que todas las ideas filosóficas (ser 'idola theatri') proceden del 'mundo'.

No por ello pierde importancia la Filosofía académica, como tampoco pierde importancia la Sociología científica por el hecho de que su materia de estudio sea dada por la vida social misma. Precisamente es esta procedencia 'mundana' de la Filosofía académica la que confiere su profundidad, ya que por esto el análisis filosófico se constituye en un verdadero análisis de la conciencia social en proceso.

Pero tampoco se infiere que el análisis académico de las ideas filosóficas mundanas debe ser inoperante y funcione como mero epifenómeno, aunque aquí no podemos estudiar los mecanismos sociales y psicológicos de esta influencia. En todo caso, supongamos que ese instituto que propugna Sacristán tuviese una vida intensa: sus trabajos serían codificados en exposiciones más o menos provisionales -pero, al menos, con algunos años de vigencia- y, después, divulgadas y publicadas. Ya tendríamos otra vez reinventada la 'especialidad de Filosofía', que ahora tendría el aspecto de una institución pedagógica, orientada a extender las doctrinas procedentes de esos centros de investigación filosófica, de filosofía 'mundana', aunque en un sentido que comporta una restricción completamente arbitraria. En ningún caso, el instituto propugnado por Sacristán excluye la 'especialidad en Filosofía', sino que más bien la incluye.

La Filosofía académica tiene, pues, como tarea profesional la explotación de una 'symploké' cristalizada en un conjunto concreto de Ideas que han ido decantándose en el proceso mismo de la producción, que han sido 'arrojadas', por así decir, en el curso mismo de este proceso: estas Ideas no son eternas, ni siquiera inmortales.

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