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EXCAVACIÓN. Dos arqueólogas trabajan en el suelo de la antigua iglesia del convento. / JOSÉ SIMAL
Tabacalera deja al descubierto restos de una construcción romana y una calle del siglo XVIII
GIJÓN

Tabacalera deja al descubierto restos de una construcción romana y una calle del siglo XVIII

Los vestigios romanos aparecieron en el claustro conventual y podrían obligar a ampliar los trabajos arqueológicos El enterramiento hallado en una fosa de la antigua iglesia contiene los huesos de entre dos y tres personas

MARCOS MORO

Martes, 8 de abril 2008, 10:29

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Las excavaciones arqueológicas en Tabacalera han dado sus frutos cuando ya nadie esperaba obtener resultados. La sorpresa saltó a punto de concluir la campaña de sondeos contratada por el Ayuntamiento a la empresa Terra Arqueos y supervisada científicamente por los expertos del yacimiento de Veranes Carmen Fernández Ochoa, catedrática de la Universidad Autónoma de Madrid, y Fernando Gil.

Unos sondeos realizados en el claustro del antiguo convento de las Agustinas Recoletas, en Cimadevilla, han dejado al descubierto, a metro y medio de profundidad, muros que se corresponden con una construcción o estructura de la época romana. El hallazgo es considerado relevante por el equipo de arqueólogos que ha prospectado el solar de Tabacalera y así lo hará constar en la memoria que entregará en los próximos días al Ayuntamiento.

La aparición de estos vestigios romanos, que aún no han podido ser investigados en profundidad, podría obligar a ampliar los trabajos arqueológicos, circunstancia que a su vez podría retrasar toda la planificación urbanística del solar de la antigua fábrica de tabacos. Además, ante esta inesperada novedad la Comisión del Patrimonio del Principado deberá también tomar cartas en el asunto, lo que por su parte puede traer consigo otras trabas administrativas añadidas.

Según ha podido saber EL COMERCIO, los expertos recomendarán en su informe técnico realizar una nueva intervención arqueológica centrada en la zona del claustro, para contextualizar y definir con qué tipo de edificación está conectado el material arqueológico hallado.

En cualquier caso, las fuentes consultadas señalaron que será el Ayuntamiento el que, en última instancia, tendrá que decidir si lo que se ha descubierto en las postrimerías de la campaña oficial de excavaciones interfiere o no con las actuaciones que debe acometer para transformar Tabacalera en un museo. Mientras la Fundación Municipal de Cultura adopta una postura al respecto, el sondeo que ha sacado a relucir la parte de una construcción romana permanecerá protegido y sin actividad de ningún tipo.

Hasta la fecha sólo había sido posible extraer y documentar escaso material del estrato romano. En concreto, fragmentos de cerámica (terra sigilata) y teja (tégulas) sin ninguna conexión con estructuras, por lo que se creía que todo había sido arrasado durante la explanación del convento en el siglo XVII.

Sea como fuere, los profesionales que han excavado en el interior de la antigua fábrica de tabacos han realizado un total de 27 catas arqueológicas, que han permitido la prospección de 770 metros cuadrados de suelo en un enclave de aproximadamente una hectárea.

Aparte de los vestigios romanos, los profesionales de Terra Arqueos han desenterrado también un trozo de calle empedrada del siglo XVIII. La traza de este antiguo vial de la época de Jovellanos fue descubierto entre el talud del cerro de Santa Catalina y el propio solar de Tabacalera.

Pero no se han quedado ahí los hallazgos. También se han hallado restos óseos humanos, tal y como adelantó EL COMERCIO, en una fosa encontrada en una esquina de la antigua iglesia barroca del convento, utilizada asimismo durante décadas como secadero de tabaco en la época de Tabacalera.

Tumba reutilizada

Los arqueólogos han llegado a la conclusión de que la fosa fue reutilizada para varios enterramientos, toda vez que se han encontrado huesos de entre dos y tres personas distintas, que se remitirán para su estudio al departamento de Antropología de la Universidad Autónoma de Madrid. Uno de los esqueletos se ha podido recuperar prácticamente en su totalidad. Correspondería con el de la última inhumación que se realizó en ese rincón del templo, ya que era costumbre de la época ir sustituyendo de forma periódica los cadáveres más antiguos, que se sacaban de la tumba y se solían trasladar a osarios. En cualquier caso, hasta que no se lleven a cabo los mencionados análisis en el laboratorio no se podrán conocer con certeza cuestiones como la edad o el sexo de las personas a las que pertenecen esos restos óseos.

No obstante, se da casi por segura su vinculación con la comunidad de religiosas de clausura que vivió en el edificio de Cimadevilla hasta la desamortización eclesiástica a mediados del siglo XIX. De hecho, los arqueólogos han podido documentar en fuentes escritas de la época el entierro en ese emplazamiento de la madre María de Santo Tomé, fundadora de la congregación de las Agustinas Recoletas en Gijón. Sor María de Santo Tomé fue una hija de ilustres llaniscos afincados en Villalón de Campos (Valladolid) cuyo empeño hizo posible primero la creación del convento barroco que las Agustinas fundaron en la villa de Llanes en 1662. Poco después, en 1668, la religiosa decidió extender su congregación a Gijón, en el solar de Tabacalera.

Los expertos creen que a modo de reconocimiento póstumo las compañeras de vocación de la madre fundadora la enterraron en la iglesia del convento de Cimadevilla, construido medio siglo más tarde que el propio edificio conventual, cuya inauguración está fechada en 1680.

Monedas y cerámica

Durante el desarrollo de las excavaciones de Tabacalera, el equipo de arqueólogos se ha encontrado con más curiosidades. Por ejemplo, maravedís de cobre de la época de Felipe III. Aunque su reinado es anterior a la época en que se erigió el convento, estas monedas eran de curso legal cuando las monjas se instalaron en el solar del barrio alto de la ciudad. Los profesionales de Terra Arqueos también han recuperado abundantes muestras de cerámica vidriada del siglo XVIII, además de toparse con zapatas y rellenos enormes, de más de dos metros de profundidad, de la propia época del cenobio.

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