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Profundidad de periscopio
Cultura

Profundidad de periscopio

RUBÉN FIGAREDO

Lunes, 11 de agosto 2008, 04:30

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Si nos guiamos por la tele como reflejo podemos pensar que tampoco hay demasiada diferencia entre lo que nos ofertan durante la canícula y el resto del año. No hay más que ver la profusión de programas con conexiones en directo que nos dan todos, en los que se trata de cualquier cosa con una superficialidad exasperante, pretendiendo brindarle al público una ilusión de realidad gracias a ese roce insustancial con los temas más dispares. Todo merece antena si es lo suficientemente bizarro y grotesco como para que al mirarnos en el espejo mediático no nos demos por aludidos, ni nos sintamos minusvalorados contemplando, por fin, algo digno de ser emulado.

Me interroga mi amable lectora si no será demasiado trascendental mi propuesta para salpimentar con letras las siestas y bochornos veraniegos, y sólo le puedo dar la razón. Liberarse por medio de la imaginación sólo puede ser útil si no sucumbimos a la fantasía y somos capaces de importar para la realidad alguna quimera sin domesticar de las que encontremos.

A pesar de que en Asturias los cangrejos de río son seres extintos, en Herrera del Pisuerga son deliciosamente tangibles y a ellos dedican todo un festival con falla incluida en la que se quema un enorme cangrejo de cartón piedra. En sus treinta y siete años de vida es la primera vez que se incinera una cangreja con sus huevas «como homenaje a la paridad de género y a las mujeres maltratadas», dice el presentador sin sonrojarse. Herrera también fue sede de la Legión III Macedónica establecida en el enclave de Pisoraca con el propósito de vencer a cántabros y astures. Es cabecera del Canal de Castilla, una faraónica obra que se llevó a cabo en el reinado de Carlos III con el fin de servir de arteria de comunicación de la meseta. Después de estar prácticamente abandonado su utilización como recurso turístico ha recuperado su navegabilidad y las dependencias que le daban servicio durante su apogeo. De todas las cuadrillas de la villa, la más original es la que forman sus dos únicos guardias municipales, Fernando y Javi, que no dudan en sumarse a la fiesta consiguiendo que su colorido uniforme parezca un disfraz.

Carbaínos es uno de los enclaves más desconocidos del concejo de Gijón. En sus límites la Venta de Puga aún conserva el patio en el que los arrieros guardaban sus caballerías. Este primitivo Cotu de Curiel, presidido por el Picu Alba, solar del primitivo castillo, acogió en el siglo XVI una comunidad de vaqueiros de alzada cuyos descendientes se confunden en general armonía con los urbanitas de fin de semana celebrando a San Vicente de Paul y combatiendo el colesterol con deportes tan ajenos al olimpismo como el lanzamiento de fesoria.

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