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Urgente «Cuando llegué abajo y vi las llamas, se me vino el mundo encima»
El asturiano Blake cumplirá los suyos, dice, al actuar en el Teatro Jovellanos. / EFE
«La magia es como el teatro»
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«La magia es como el teatro»

Tras veintiséis años de carrera artística, Anthony Blake actúa hoy por primera vez en un teatro asturiano, con el espectáculo 'Más cerca'

AALBERTO PIQUERO

Sábado, 16 de agosto 2008, 07:33

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Nacido en Oviedo como José Luis González Panizo, Anthony Blake tuvo de regalo de Reyes a los siete años una caja de magia (de lo que algunas veces se ha arrepentido su madre) y quedó sellado el destino. Cursó estudios de Medicina para que el malestar materno fuera más leve, pero inmediatamente después se dispuso a causar el asombro del público en un abrir y cerrar de ojos con ejercicios de fantasía. Este fin de semana -hoy y mañana, a las 20.30 horas, en el Teatro Jovellanos- cumplirá uno de los sueños de su vida, ser profeta en su tierra. Es uno de los diez mejores mentalistas del mundo.

-¿El mentalismo es el arte de engañar artísticamente?

-La respuesta está en la pregunta, no tiene más vuelta...

-¿Y a cuál de las bellas artes se parecería más?

-Al teatro. No obstante, siempre he dicho que guarda semejanzas con la radio y la lectura de un libro, por lo que tiene de estímulo de la imaginación.

-Viene con un espectáculo que titula 'Más cerca'. ¿A qué proximidad se refiere?

-A la de mis inicios, cuando trabajaba en locales donde el público estaba a metro y medio. Es una reinterpretación de mis orígenes.

-¿El auditorio es más vulnerable al hechizo en las cortas distancias?

-Es más protagonista. Y eso resulta fundamental. Cuando un espectador sube al escenario y pone cara de sorpresa y admiración, cierra el círculo de la magia.

-Por cierto, ¿todavía le persigue el episodio del número de lotería de Navidad que acertó?

-Han pasado seis años y aún se me recuerda. Fue una campaña publicitaria fabulosa. Se trató de una provocación -el artista tiene que provocar-. Por Asturias se corrió el bulo de que iba a hacerlo de nuevo con la Lotería de El Niño, encerrando el número en una jaula rodeada de tiburones. Y hubo un lotero que aseguró que yo había garantizado la suerte de un billete que vendía. Claro, los décimos se agotaron, pero a mi me quedó la mala fama cuando no tocó (se ríe).

-¿Qué opinión tiene de los prestidigitadores que quieren hacer pasar gato por liebre, presentándose como adivinos y curanderos?

-Me desmarco. En un programa de televisión, 'Otra dimensión', ya fuí castigo de herejes... Lo que pasa es que la gente quiere saber lo que va a pasar, y por ese hueco se cuelan las falsas sabidurías, que en algunos casos, si prometen curar el cáncer y el sida, son verdaderos actos miserables. Hay gente de buena fe, que confunde sus intuiciones con poderes paranormales, pero la mayoría son simples estafadores.

-Para convertir la realidad en ilusión, ¿cuánto hay que trabajar en realidad?

-Muchas horas de trabajo cada día. Dedico unas cuatro o cinco a la lectura, otras tres a los ensayos y acabo la jornada en el ordenador. La ventaja es que lo hago sin que nadie me obligue.

-En el Pentágono están investigando la posibilidad de crear el hombre invisible. ¿Eso no lo habían hecho antes los de su gremio?

-Sí, sí (muchas risas). Lo del Pentágono no me lo acabo de creer. No sé. Si un tipo pide una copa y a continuación desaparece, ¿quién paga la consumición? Seguro que el camarero le sirve una copa invisible, por si acaso...

-Ha manifestado en diversas ocasiones que su sueño sería actuar en Asturias. Llegó el día...

-Así es, después de veintiséis años..., salvo en locales privados. Y estoy con unas sensaciones muy fuertes. Reencontrar a los tuyos no tiene comparación con nada.

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