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La osezna, en manos humanas. /E. C.
«¿Y si muere?»
Asturias

«¿Y si muere?»

Hombres, perros o jabalíes ponen en peligro el regreso a la naturaleza de la osezna herida en Somiedo

R. MUÑIZ

Jueves, 25 de septiembre 2008, 04:58

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La libertad enciende sueños y revoluciones. La libertad, esa condición que, a veces, conduce a la muerte. Lo saben bien los veterinarios y ecologistas que el miércoles tuvieron una reunión con el Principado en la que cruzaron caminos ciencia y filosofía. La pregunta era clara. ¿Qué se debe hacer con la osezna que dos turistas encontraron herida en el Parque Natural de Somiedo?

Aquel gesto la salvó de una muerte segura, pues estaba desorientada y abandonada por su madre, un ejemplar que tenía que cuidar de dos hermanos más fuertes. Una vez repuesta de sus heridas, ¿cuál debe ser su destino?

Los expertos dan por seguro que la madre no volverá a aceptar a la osezna. Sola y tras estar entre cuidadores que le han facilitado la comida tres de sus ocho o nueve meses de vida, «los riesgos asociados (a la liberación del esbardo) son elevados». Sin embargo los expertos apostaron por la libertad. Y precisaron: la reintroducción a su hábitat natural se debe emprender en los próximos dos meses. Aunque existan «bajas posibilidades de éxito».

Finalmente el escenario para el reencuentro con la naturaleza estará en el Parque Natural de Somiedo, un lugar donde la presencia humana es más acusada que en Muniellos, otra de las opciones manejadas junto a Caso y Ponga. En Asturias no existen casos de oseznos tan pequeños que se hayan devuelto a la naturaleza. Los ejemplos que manejan los expertos provienen de Estados Unidos, y subrayan que las primeras dos semanas de suelta serán claves: «Es vital que no se encuentre con humanos a los que recurrir», ilustra Alfonso Hartasánchez, uno de los expertos presentes en la reunión. Por este motivo los conservacionistas recomendaron «no informar a la prensa» del lugar y momento de la suelta, «para no repetir el error cometido con una osa liberada en Cangas del Narcea» hace años ante la presencia de una treintena de curiosos.

Quince kilos de vida

Los bosques que esperan a la osezna albergan otros peligros. «Hay mastines en la zona que atacan a lo que se mueva», advierte Hartasánchez, del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas). Pero no sólo ellos. Los jabalíes podrían emprenderla con una cría que de momento pesa sólo 15 kilos. «Es muy pequeñita; lo habitual es que hasta que no cojan 35 ó 45 kilos no se separen de la madre», agrega Hartasánchez.

La Consejería de Medio Ambiente estudia ya los pasos a dar para soltar al animal. La osezna llevará un sistema que informe de su posición, pero eso no garantiza que los guías puedan acercarse a ella. En ésta época los osos buscan las zonas más frondosas del bosque, «y ahí será difícil vislumbrarla», lamenta Hartasánchez. «Ahora tenemos que discutir si cuando el transmisor revele que lleva dos días quieta, es un mal síntoma, o si lo es que esté dos días seguidos moviéndose», añade.

Estos son algunos de los temores que pasean ahora por los conservacionistas. ¿Y si muere el animal? «Es un riesgo que en la reunión hemos asumido», responde Hartasánchez.

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