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Algunas mujeres cubrían sus cabezas con mantillas durante la Eucaristía. /JOAQUÍN BILBAO
Orábamos ayer...
GIJÓN

Orábamos ayer...

La iglesia de las Agustinas Recoletas de Somió recuperó ayer el rito romano de la Eucaristía, en latín y de espalda a los fieles

E. C.

Lunes, 1 de diciembre 2008, 09:58

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De algunos retornos nacieron frases célebres, como el «Decíamos ayer» de Fray Luis de León al recuperar su cátedra en Salamanca o el «ya estoy aquí», pero en catalán, de Joseph Tarradellas al volver al Gobierno de la Generalitat en la transición postfranquista española. Ayer, cuarenta años después de que la Iglesia conciliar decidiera cambiar la Eucaristía para acercarla en lengua y en torno a los fieles, la aplicación del Motu Proprio 'Summorum Pontificum', del Papa Benedicto XVI, propició que algo más de un centenar de personas asistieran en la iglesia de las Agustinas Recoletas, en Somió, a una misa oficiada conforme al rito romano, en latín y de espalda a los fieles.

En ese contexto, tal vez la frase conmemorativa del retorno al pasado podría ser: «la liturgia es más importante de lo que parece y Benedicto XVI lo tiene muy claro». Fue una de las ideas transmitidas por José Miguel Marqués Campo, sacerdote adscrito a la basílica del Sagrado Corazón, ordenado en 1996, es decir, mucho después de que el latín saliera de los altares. El idioma, en todo caso, es la diferencia más notable respecto al rito actual, pero no la única. Algunas partes de la misa, como el Canon, se desarrollan en silencio, la comunión se recibe de rodillas y en la boca, y el apretón de manos que desea la paz no se produce.

En la homilía, esta sí en castellano y de cara a los fieles, no faltaron frases e ideas poco favorables a los cambios. «La Iglesia es una institución divina y algunos se olvidan de ello, que cambia cuando nos hacemos más santos, no cuando intentamos adaptarla a lo que queremos». Y es que, según José Miguel Marqués, «la Iglesia no es nuestra. Tiene dueño».

Por lo que al desarrollo del culto se refiere, el entrenamiento de parte de los fieles para dar las respuestas adecuadas al oficiante era evidente. Unos misales editados al efecto contribuyeron también al seguimiento de la liturgia. Ignacio Alvargonzález, Hermano Mayor de las cofradías penitenciales de Gijón, actuó como monaguillo. En las filas de bancos había también algunas personas representativas, como Jesús Menéndez Peláez, presidente del Foro Jovellanos, Ramón Alvargonzález, director de la Fundación Alvargonzález, o José Rodríguez Alcalá, ex-comandante naval.

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