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Talento y tenacidad
FESTIVAL DE DANZA DE OVIEDO

Talento y tenacidad

MARIAN PIDAL

Viernes, 27 de febrero 2009, 04:40

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Ángel Corella tiene el privilegio de ver cómo los sueños se convierten en realidad. Quiso ser bailarín y le sobró talento para codearse con los 'exquisitos' de la danza internacional. Aspiró a dirigir una compañía y, en un derroche de tenacidad, se situó al frente del Corella Ballet de Castilla y León. Como bailarín y como director, el madrileño inauguró el miércoles el Festival de Danza de Oviedo. En una gala difícil de olvidar, el público que llenaba el Campoamor, disfrutó de algunas de las piezas más rutilantes del ballet neoclásico y contemporáneo.

La velada se abrió con 'Bruch Violín Concerto Nº 1', una coreografía de Clark Tippet diseñada sobre el 'Concierto nº 1 en Sol menor para violín, Opus 26' de Max Bruch. Desde el respeto a la tradición, los bailarines resolvieron su intervención con solidez y aplomo. Acreditaron solvencia técnica y acierto en la expresión. Corella y Adiarys Almeida estuvieron soberbios en el 'Grand Pas de Deux' del tercer acto de 'Don Quijote'. Corella, vibrante, poderoso e intuitivo, asombró por la destreza en los giros y la seguridad en las elevaciones. Almeida, siempre refinada y sugerente, puso el contrapunto introspectivo y sutil. Ambos arrancaron la ovación más encendida de la noche. 'Clear', trabajo de Stanton Welch ilustrado con fragmentos de Bach, introdujo un estallido de vigor desbordante. Con el atentado del 11 S como trasfondo, ocho bailarines se apoderan del escenario trazando figuras que convergen y divergen en un singular duelo entre el orden y el caos; la desesperación y el optimismo.

'We Got It Good', firmado por Stanton Welch para lucimiento de Corella, está concebido como un sólo de jazz sobre el 'Take The 'A' Train', que popularizado por Ellington. Corella construye un personaje pícaro y desinhibido, cimentado sobre el dominio técnico y el desparpajo escénico. La compañía se despidió con 'In The Upper Room', una explosión de movimientos desenfrenados, paralelos a una partitura minimalista. Los bailarines, poseídos por un delirio contagioso, se distorsionan y agitan con precisión y disciplina. Impactante.

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