Tuñón pedirá «ejecución de contrato» si la fusión con el Grupo se demora un mes

Tras dos años de caminar conjunto de las directivas del Real Grupo de Cultura Covadonga y del Centro Asturiano de La Habana para preparar el final de las trabas legales que impedían la fusión de ambas entidades, el final del proceso judicial está ocasionando más discrepancia que entusiasmo.

Tan claro como el presidente del Grupo, Enrique Tamargo, expuso en EL COMERCIO sus planes sobre los pasos a dar a partir de ahora y las posibles alternativas, el presidente del Centro Asturiano de La Habana explicó ayer sus previsiones, aparentemente poco conciliables.

Tuñón quiso evitar que sus palabras puedan parecer amenazantes, entre otras cosas porque un enfrentamiento judicial entre las dos entidades puede resultar para ambas, no sólo para el Grupo, pero insistió en que su obligación para con los socios es hacer cumplir los acuerdos suscritos y, por lo tanto, pedirá «ejecución de contrato» si dentro de un plazo no muy superior a un mes no se hace efectiva la fusión o se toman decisiones inequívocamente tendentes a hacerla efectiva.

El deseo que ambos presidentes parecen compartir de evitar heridas que puedan dificultar aún más el final consensuado del asunto hizo que Tuñón hiciera mayor hincapié en explicar su planteamiento que en criticar el de Tamargo, pero no impidió una discrepancia clara sobre la idea de que sean asesores los protagonistas de la nueva etapa y sobre la necesidad de llevar a cabo las auditorías de los años 2006, 2007 y 2008 que el presidente grupista reclama. A juicio de Tuñón, los acuerdos firmados en su día por los ex presidentes Cuesta y García Rúa son perfectamente vigentes y legales y asegura que no conoce a letrado alguno que opine lo contrario. En el mismo sentido, el presidente del Centro Asturiano de La Habana asegura que «siempre admitimos una auditoría de la situación financiera y patrimonial actual» y eso debe ser más que suficiente, según Marco Antonio Tuñón, para tranquilizar a cualquier grupista en el sentido de conocer perfectamente qué es lo que asume y perfectamente acorde con los compromisos firmados.

Las actuales discrepancias ya fueron constatables el pasado mes de diciembre, cuando quedaron suspendidos los contactos a la espera de que la asamblea grupista que aprobó la fusión fuera declarada definitivamente válida. Las cosas quedaron así y, lógicamente, siguen así, cosa que hace pensar que los servicios de un buen diplomático son, de momento, más necesarios que los de cualquier técnico, sin perjuicio de que ambas condiciones puedan fundirse en determinadas personas.