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Los antiguos alumnos del Orfanato Minero y sus invitados, junto al profesor homenajeado, Audilio González, en el centro. / MARIO ROJAS
Hermanos del carbón
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Los alumnos del Orfanato Minero distinguen al Montepío por su apoyo en «circunstancias muy difíciles»

JULIO VIVAS

Sábado, 2 de mayo 2009, 05:05

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Un origen: la minería. Un fin: la solidaridad. Estas premisas unen de manera estrecha al Montepío de la Minería y al Orfanato Minero-Fundoma. Tanto, que esta última -a través de su asociación de antiguos alumnos- quiso ofrecer un reconocimiento a la mutualidad al otorgarle su distinción de honor. El lugar elegido fue el restaurante Los Monumentos de la capital ovetense, donde la asociación celebraba su reunión anual.

Allí, unos 150 ex alumnos -algunos de las primeras promociones del Orfanato Minero, de los años 40- conversaban animadamente mientras comentaban fotos de antaño. Y entre la multitud, caras conocidas, como el director general de Vivienda, Manuel González Orviz, o el gerente del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), Mario González, entre otros, que guardan también relación con el centro. El presidente del Montepío de la Minería, José Antonio Postigo, recibió «con orgullo» la distinción del colectivo minero. Postigo recordó que la mutualidad «se creó al amparo del Orfanato Minero en unas etapas muy difíciles» y que, a día de hoy, muchos de sus ex alumnos «son ahora mutualistas, por lo que continuamos con esa relación».

Por su parte, el presidente del colectivo, Florentino Burón, también hizo hincapié a la estrecha relación que les une al Montepío. «Es una entidad hermana», apunto, «por eso debemos concederle este galardón». Junto al Montepío, el colectivo de ex alumnos también distinguió al profesor Audilio González, quien formó a muchos de los presentes ayer. En años anteriores, la asociación también premió al propio Orfanato, a Manuel Llaneza y a Hunosa.

Reenfocar objetivos

En cuanto al encuentro, el presidente del colectivo de antiguos alumnos destacó su alta importancia porque «todos los que fuimos al Orfanato partimos de circunstancias muy duras. De ahí nuestra fuerte hermandad». En el caso de Burón, él pasó doce años en el centro desde que se quedó huérfano a los siete años.

Por otro lado, y sin olvidar el pasado, el interés del colectivo se centra ahora en el futuro, tal y como explicó su principal responsable: «El Orfanato ha perdido ya su sentido original y tiene que reenfocarse. Nosotros luchamos por conservar el patrimonio ligado a esta institución académica y por ello seguimos en contacto con la entidad». Su objetivo ahora es que no quede en el olvido.

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