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'Mac Kinley', dentro de su box. / J. BILBAO
Cuidados de cinco estrellas
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Cuidados de cinco estrellas

Los caballos reciben una atención de lujo para mantenerse en forma Los mozos se encargan de peinar, bañar y hasta masajear a los equinos

DANI BLANCO

Viernes, 31 de julio 2009, 05:11

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Son los verdaderos protagonistas. Los artífices de cada salto, de cada victoria. Sin ellos, el jinete no sería nada. Y por ello, entre prueba y prueba, reciben el mejor de los cuidados. Una atención de cinco estrellas. Como el CSIO en Gijón.

Los caballos son el motor de la competición y tienen que prepararse antes de saltar a la pista a dar el do de pecho y estar a la altura. A la suficiente para saltar sin problemas cada obstáculo.

Y en esa fase de preparación juegan un importante papel los mozos. Siempre junto al caballo. Siempre pendientes de sus necesidades. Infatigables, llegan a pasar prácticamente con sus equinos las 24 horas del día. ¿Su misión? Que los caballos estén en la mejor condición posible para hacer frente al día a día de la competición. Les cuidan, miman y refrescan con un buen baño. Los caballos reciben masajes y, si pasan demasiado calor, encienden para ellos un ventilador.

Son muchas y muy variadas las fórmulas para tener al caballo siempre a punto. Las cuadras se convierten en una suerte de spa de cinco estrellas para los equinos, con casi todas las comodidades disponibles. Descansan sobre paja, en el interior de sus boxes. Quizás, si pudieran hablar, sería de lo que se quejarían. El espacio dentro del box no es demasiado grande.

Eso sí, en el interior de las cuadras, todo está en su sitio. El plan de cuidados se planifica el día anterior y hay que ponerse el mono de trabajo desde primera hora de la mañana. A las siete comienza la jornada. Es hora de alimentarse. Hay que coger fuerzas ya que en unas horas les tocará saltar a la pista. Aunque no hablen, los caballos disponen de sus particulares 'traductores'. Los mozos saben perfectamente lo que necesita su caballo en cada momento para sentirse cómodo.

Tratamiento completo

Tras la primera comida, toca un buen baño, retirar los posibles vendajes con los hayan pasado la noche y realizar una revisión de todas las extremidades para constatar que no han sufrido daños. Comienzan los preparativos para competir al máximo nivel. Algunos jinetes prefieren salir con sus caballos a galopar, para que los equinos estiren las piernas. Otros optan que sean los mozos los que les den cuerda para soltar las patas tras la noche.

Aún queda lo mejor: la sesión de 'estética'. Lo primero, un masaje. Después, hay que acicalarse. Para ello, los mozos peinan y hacen las trenzas. Lo último, los 'zapatos'. Hay que apretar las herraduras. Y la montura ya está lista para salir a calentar a la pista de entrenamiento antes de entrar en acción en Las Mestas. 'Yiyi' es el mozo del jinete español Jesús Garmendia. Tiene dieciséis años de experiencia a sus espaldas. Y también su propia teoría sobre qué es lo que más le gusta a los caballos: «Saltar». Y se explica con una pregunta: «Cuando los caballos están en libertad, ¿alguien les ve saltar?».

'Maddock', uno de las monturas de Garmendia, regresa a su box tras la prueba. Un bañito para refrescarse y zanahorias, su plato favorito, para alimentarse. Las manzanas o algún cereal también están en la lista VIP de las comidas de los equinos. 'Yiyi', atento a los movimientos de 'Maddock', prepara su box para que se recupere del esfuerzo físico. Tiene quince años. «Es como un atleta de alta competición cuando compite», detalla. Para que reponga fuerzas, explica, le ponen «hielo en cada una de las patas». «Es hora de recuperar la musculación, en este momento, tiene las arterias saturadas, y esto les viene muy bien para relajarse y refrescarse», detalla 'Yiyi'. La jornada matutina ha finalizado para 'Maddock'.

En las cuadras antiguas de Las Mestas se encuentra otra de las mozas. La italiana Valentina Negri es la encargada de cuidar a los tres caballos del jinete español Manuel Añón. Un azucarillo de menta es el premio con el que 'Fantasía', uno de sus equinos, finaliza cada prueba. Lo haga bien o mal. El esfuerzo, y no sólo el resultado, tiene recompensa.

Las costumbres a la hora de mimar al caballo sufren variaciones en función de la tradición de cada país, aunque todos parten prácticamente de la misma base para obtener el mejor resultado en la competición. Cariño, atención constante y recompensa. Estos caballos han recorrido numerosos kilómetros en camiones, algunos incluso llegan a sufrir úlceras debido al estrés que supone pasar tantas horas en la carretera. Han conocido muchos países y en ocasiones han triunfado. En otras, no. Pero su esfuerzo en silencio siempre recibe recompensa. En su cuadra, lejos de la pista de saltos, de los flashes.

Como los artistas que son, reciben de sus mozos los cuidados de cinco estrellas que se merecen.

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