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JOSÉ LUIS CALLEJA
Sábado, 1 de agosto 2009, 13:06
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¿Y ahora qué? Eso lo que se preguntan pescadores, ribereños y asociaciones tras el cierre ayer de la temporada en los ríos asturianos con 355 salmones precintados, el peor registro de la historia y cinco veces menor al del año pasado. Muchas cosas tendrán que cambiar si no se quiere poner en peligro la supervivencia de esta codiciada especie.
El número de capturas este año, incluido el campanu del Navia a última hora de anoche, ha sido muy inferior a la media de los últimos 50. Las cifras oscilan entre las 6.482 capturas de 1969 y, en el peor de los casos, las 580 de 1997, aunque siempre se superó el millar.
En el resto del arco cantábrico el efecto fue el mismo. En Cantabria se precintaron 49 salmones: Pas (22), Asón (12), Deva (10) y Nansa (5), mientras que en el Bidasoa sólo se pescaron diez.
La campaña más nefasta de la historia ha propiciado, por ejemplo, que sólo dos pescadores alcancen las cuatro capturas: José Mario Santamaría, en el Sella, y Alfonso Caso en el Cares, único río que ha dado dos cupos. Concretamente, en la reserva de Monejo. El Cares, en el balance de los ríos, superó al Sella, circunstancia ésta que no recuerdan ni los más vetustos ribereños.
Unos y otros creen que esta situación obliga al Principado a adoptar las medidas más severas que se recuerdan. La reunión del Consejo Regional de Pesca va a ser, sin lugar a dudas, la más importante de los últimos años y debe marcar un punto de inflexión de cara al futuro.
Aunque la normativa aún no está definida, las solicitudes para el sorteo de los cotos del próximo ejercicio se podrán formalizar desde el próximo 17 de agosto. Todo un riesgo para el que intente pescar en 2010, año en el que se presumen cambios sustanciales. De hecho, ni siquiera existe un borrador de ley ni propuestas en firme, pero desde varias sociedades de pesca ya se han avanzado algunas indicaciones que, a su juicio, deberían aplicarse de inmediato.
Una de ellas será el retraso, al menos de un mes, de la apertura de la campaña para proteger a los salmones de invierno, claves en el ciclo vital ya que son los que tienen que desovar para iniciar luego un largo camino. También se considera necesario que se habiliten espacios en los cursos altos, medios y bajos de toda la zona fluvial que sean verdaderos vedados absolutos, en los que impere la pesca sin muerte; que se eliminen aquellos obstáculos que faciliten remontar el río, y que se implante un día más de descanso a la semana.
Hasta el momento, los pescadores no pueden echar la caña los jueves, prohibición que se extendería también a los lunes para dejar descansar al río después de un intenso fin de semana. Otros apuntan a que en ambas jornadas se practique la modalidad con mosca, pero sin matar al pez. Esto formaría parte de una educación medioambiental que conduce a otras modalidades proteccionistas.
Adelantar la veda
Si por una parte sería positivo retrasar el inicio de la temporada, también se valora la posibilidad de adelantar su cierre, aunque muchos son de la teoría de que finalizarla antes del 31 de julio no es lo más adecuado. Por ello, se aboga por restringir la pesca, durante el último mes, al cebo con mosca, una modalidad mucho menos lesiva para el 'monarca' de los ríos.
No son las únicas medidas que se meditan. Las asociaciones de pescadores creen que restringir las capturas, en los treinta días finales de campaña, a los salmones más pequeños, los que miden menos de 40 centímetros, garantizaría la presencia de reproductores para iniciar el ciclo. Ello, sin embargo, obligaría al pescador a devolver al río los ejemplares grandes y a dotarse de paciencia para probar suerte de nuevo con los del tamaño exigido.
Reducir el cupo
También se apunta a la reducción del cupo, establecido por el momento en ocho salmones por temporada. Una medida, a priori, menos importante, aunque el pasado año ya hubo restricciones como la de limitar a un solo ejemplar por persona en los cotos.
Los peores resultados traen de cabeza a pescadores, ribereños y demás miembros del colectivo. Al margen de las causas habituales apuntadas, como la pesca en alta mar, la presencia de pocos reproductores en el invierno, los cormoranes y el furtivismo, ahora se añade la teoría del cambio climático. De hecho, los salmones que regresan a los ríos asturianos realizan un recorrido mayor que el resto de la especie en el resto del planeta, lo que influye en gran medida.
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